Debemos evitar ser víctima de un ciberdelito
Francisco Rivas
El Universal
En marzo 2020 dio inicio el confinamiento social con el fin de reducir los contagios por COVID 19. De un día para otro cerraron negocios, restaurantes, antros, escuelas y en la medida de las posibilidades, los trabajos migraron al ciber espacio.
Para muchos fue una novedad comprar en línea, ejecutar todos los trámites por internet, llevar a cabo las juntas de trabajo e incluso las reuniones sociales a través de plataformas digitales. Éstas se volvieron el principal sistema de comunicación personal.
Ante la ausencia de personas en las calles, los delitos comunes cayeron. En 2020 el robo a transeúnte, el robo en transporte público, el robo a casa habitación y los secuestros tuvieron una disminución de entre el 15 y el 60% comparado con 2019.
En contraste, desde el inicio de la actual pandemia, los delitos a través de los sistemas virtuales de comunicación han crecido exponencialmente.
Ante la dificultad de robarle a alguien que se encuentra resguardado en su casa, los delincuentes encontraron otras vías para seguir delinquiendo: robos, fraudes y extorsiones donde la víctima era enganchada a través de plataformas de ligue, redes sociales, páginas web.
Si bien no existe una estadística oficial que permita conocer a detalle el número de denuncias y carpetas de investigación por este delito, sobra evidencia de cómo aumentan día a día estos ilícitos.
Desde el inicio del confinamiento el área de atención a víctimas del Observatorio Nacional Ciudadano (ONC) recibió a diario llamadas de personas solicitado apoyo por haber sido víctimas -mediante redes sociales- de robo, violación, lesión dolosa o privación ilegal de la libertad.
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