Mercados ilícitos: la reflexión faltante
Manuel Vélez
El Universal
La noción popular sobre los mercados ilícitos tiende a decantarse hacia productos como las drogas y las armas. Las historias de traficantes de droga cruzando la frontera con un alijo escondido en una maleta, o de narcomenudistas detenidos con bolsas de polvo blancuzco o grisáceo abundan en las noticias y en los programas televisivos. Estas dominan las representaciones sociales de los intercambios prohibidos. En este proceso, oscurecen otros mercados con estructuras y características diferentes, pero social y económicamente relevantes.
Mercados ilícitos como el de plaguicidas, semillas, esteroides y anabólicos subestándar, tabaco, medicamentos falsificados, fauna y flora silvestre, arte, autopartes, órganos, combustibles, ganado, recursos maderables y pesqueros, minerales, e incluso la misma tierra quedan relegados a un tercer o cuarto plano sin que exista suficiente investigación, reconocimiento público y una respuesta institucional en forma.
México es un escenario privilegiado para los mercados ilícitos. Reúne características como la extensa variedad de recursos naturales y herencia cultural, la conexión a mercados internacionales, una economía diversa con mercados internos atractivos, infraestructura suficiente para la logística y como cereza del pastel, un estado de derecho más bien laxo.
Adoptar una visión más amplia de los mercados ilícitos supone renunciar a las explicaciones simplistas de que todos funcionan igual, de que todos son violentos, de que en todos participan los cárteles, o de que todos precisan algún grado de corrupción de alto nivel. No se requiere mucho más que abrir bien los ojos para darse cuenta de todas las posibilidades existentes.
Leer más.